22 de marzo de 2013

Les dejamos a continuación nuestra traducción del artículo que publicó Filter Magazine en su último número.
Texto original por Marty Sartini Garner; fotos por Michael Muller.

Thom Yorke está en Chicago. De cierta forma. Él y el artista visual Stanley Donwood están sentados en un sofá en un estudio en algún lugar de Inglaterra, con pilas de CDs y una copia enmarcada de De Stijl de los White Stripes sobre sus cabezas. Los pubs abrirán pronto. En Chicago, Yorke y Donwood aparecen solo en dos dimensiones. Una película de distorsión aparece en sus caras cada tanto, y la ventana a través de la que hablamos cambia la relación de aspecto arbitrariamente para ajustarse a las minúsculas variaciones en nuestro ancho de banda.

Están aquí, en Inglaterra y en mi pantalla en Chicago, para hablar sobre Amok, el debut de Atoms for Peace, el proyecto de Yorke. El pedigrí de Yorke ha sido elevado a ese aire enrarecido que tiende a matar por asfixia la vida de las cosas y pudrirlas, pero todavía tiene sentido repetirlo: es el cantante y uno de los miembros originales de Radiohead y, de esta forma, la cara pública de la, discutiblemente, más importante (y ciertamente la más citada) banda de pop-rock de las últimas 2 décadas. Donwood es su representante público, el único artista responsable de forjar la estética llamativa que Radiohead ha proyectado desde su álbum de 1995, The Bends. Donwood es también una presencia constante en el estudio, y su falta de entrenamiento musical («me cuesta distinguir entre un bajo y una batería», dice) lo convierten en un recurso muy valorado, una especie de moderador o traductor que frecuentemente puede poner en palabras lo que Yorke solo puede comunicar con música.

Lo que Yorke y sus colaboradores pusieron en Amok es implacable, muy orientado y con un peso tan grande que necesita un colchón de secciones rítmicas robustas. La supercomputadora del bajo Flea, la estrella baterista Joey Waronker y el percusionista-pulpo Mauro Refosco tallaron el núcleo del álbum, que luego Yorke y el eterno productor de Radiohead Nigel Godrich decoraron y domaron con polvo sintético y crujientes guitarras. No se parece a nada que Yorke haya hecho antes.

Se sienta en el sillón con los brazos cruzados sobre su pecho, relajado. Su barba pasa de castaña en las mejillas a canosa en el mentón en un sutil degradé, que de alguna manera define mejor sus rasgos en la zona de la nariz. «Me estoy acostumbrando al hecho de que tienes que ver a alguien mirando hacia abajo en el costado de donde estás mirando cuando utilizas Skype, en lugar de intentar verlo directo», dice Donwood, apuntando a la pantalla en su mesa en Inglaterra. Yorke sonrie y se sienta derecho, luego se inclina un poco hacia la cámara con un dedo que lleva un anillo. La punta de su dedo cubre la cámara, y mi pantalla se oscurece.

Yorke reunió a Atoms for Peace en 2009 para ayudarlo a separar las múltiples hebras que compusieron su álbum solista de 2006, The Eraser. «Siempre me encontraba con John Frusciante y Flea en el backstage de algunos conciertos de los Chili Peppers, y una vez comenzaron a hablar sobre The Eraser y cuánto les gustaba», explica Yorke, «y eso me hizo pensar». Yorke ha sido amigo de Waronker por años y estaba buscando una excusa para trabajar en un nuevo proyecto con él. «Envié un email y pensé que solo lo haría si me respondían pronto, que de otra forma sería una idea estúpida. Flea y Joey me respondieron en menos de una hora. Así que estaba en marcha».

The Eraser fue compilado a partir de clips de sonido que Yorke juntó por años mientras giraba y ensayaba con Radiohead. Él y Godrich procesaron los clips hasta dejarlos irreconocibles y les dieron forma en sus laptops. Es un álbum claustrofóbico y parece vulgar escucharlo a través de cualquier otra cosa que no sea un par de auriculares. Flea, Waronker y Refosco fueron reclutados para recrear ritmos que fueron creados no solo a partir de sonidos de percusión encontrados y los drum loops húmedos de a laptop, sino también a partir de los nuevos recortes de Yorke y Godrich. La edición mecanicista en si misma le dio el ritmo. Incluso los acordes de piano claramente ejecutados que abren el álbum – y continúan funcionando como una base de lanzamiento para el álbum – están recortados antes de terminar de sonar. El ensamblaje de sonidos tiene esa dirección, en la misma forma en la que miles de esquirlas de metal se orientan alrededor de un imán particularmente débil. Los primeros intentos del grupo para forzar estos sonidos partiendo de instrumentos en vivo fue particularmente ardua. «Cuando estábamos trabajando en la linea de bajo de la canción ‘Atoms for Peace’, el tiempo es bastante extraño», dice Yorke. «Si te sientas y lo analizas de alguna manera, es muy particular. Le tomó un tiempo a Flea entenderlo. Cosas como esas son las que amo – ver como músicos tan talentosos que admiras se esfuerzan por mejorar».

La gira de The Eraser, para la que la banda se hizo llamar simplemente ??????, despertó algo en Yorke. «Para mi, todo nació de la emoción de hacer esta gira. Solo eran un par de semanas pero hacia el final, pareció abrirse una pequeña puerta». La banda «se mueve de otra manera» en comparación con Radiohead, dice, donde el mandato democrático a veces ralentiza el progreso artístico. La administración libre de Atoms for Peace – dice Yorke que «le molesta» cuando la gente los llama supergrupo – está basada en diferentes principios. Cuando el grupo se reunió en Los Angeles en 2010 para grabar durante tres días, Yorke se apegó al manifiesto fundador. «Simplemente estábamos trabajando en términos de lo que nos había gustado hacer», dice. «Les paso cosas que hago en la computadora y les pido que las imiten para ver a dónde termina».

A pesar de su reputación, la genialidad de Yorke no reside en sus capacidades intelectuales, sino en cómo se las arregla para desafiar a sus amigos prodigiosamente talentosos. Es fascinante verlo interactuar con Donwood. El artista es paciente y está inmóvil, y elige sus palabras cuidadosamente. Yorke se ríe, se mueve y se desploma en el sofá cuando algo le molesta. Donwood me cuenta sobre su tentación de dibujar usando vectores generados por computadora, cuya perfección está garantizada por la placa base. Aprecia la precisión, pero a estos les faltan los inevitables errores de la humanidad, que le dan a su trabajo su carácter particular. Yorke pregunta si Donwood tuvo que aprender alguna vez a dibujar una linea recta en la escuela. Luego Yorke menciona, casualmente, que aprendió al final de su educación secundaria que no existe una linea recta.

«¿Qué?», dice Donwood, incrédulo.
«Eventualmente sería un círculo», dice Yorke.
«¿Porque cualquier linea recta tendría errores que evitan que sea perfectamente recta?», pregunto.
«Podrías discutir matemáticamente que ninguna recta es recta, que eventualmente se encorvaría y se convertiría en un círculo», dice Yorke.

La materia en la que Yorke aprendió esto probablemente sea geometría no Euclideana, la que propone que ninguna linea recta – sea dibujada a mano o por computadora – es en realidad un segmento de arco de un círculo. El argumento desafía la teoría Euclideana de las lineas rectas, que se basa en una condición ideal – es decir, planos perfectamente llanos y de dos dimensiones. Pero como nuestro mundo y espacio son tridimensionales y esféricos, siguiendo la linea de pensamiento, las lineas llanas de Euclides se doblan cuando se las fuerza al mundo real.

Cuando Yorke dice que simplemente mostraba maquetas de canciones con el grupo durante las sesiones en Los Ángeles  no está bromeando; ni siquiera podía seguir el ritmo. «Mauro y Joey preguntaban cuál es el tiempo en esta parte … yo de hecho escuchaba el ‘uno‘ en otra parte», se ríe. Godrich era el encargado de rastrear el ritmo entre todo el material y contar para los músicos. «Yo simplemente decía ‘eso está bien‘, ‘eso no se siente bien‘ … ese fue mi rol», dice Yorke. Godrich reducía el material grabado en tiempo real anotando cuando Yorke decía algo bueno. «No estar a cargo de encontrar las partes fue algo bueno», bromea. «Literalmente, hubiera escuchado todo desde el comienzo».

Lo que Atoms for Peace inyectó en el ADN sonoro de The Eraser, junto a las partes de piano y voz de Yorke, fueron descargas polirrítmicas de un funk pesado y retorcido. En el álbum, la canción que le da nombre cierra con un teclado procesado al punto que suena anguloso, con sonidos del ritmo cayendo como si fueran cabezales de impresoras de matriz de punto. Sobre el escenario en Coachella, Flea avanzó sobre las notas con una linea de bajo suavizante, mientras Waronker y Refosco pinchaban el ritmo, desparramándose como sangre en un capilar. Cuando materializas las partes de la maquinaria musical de Yorke en la realidad, esas lineas rectas se curvan y tambalean como Fela Kuti en su mejor momento. «Fue una de las cosas más extrañas para mí», dice Yorke. «Luego comencé a presentarme como DJ y resultó ser que mucha de mi música bailable favorita era muy cercana al Afrobeat sin que me diera cuenta, o sin que ellos lo sepan».

La emoción de ese descubrimiento se hizo presente en las sesiones de Amok. El fragmento de guitarra que se hace presente en el primer tema, ‘Before your very eyes’ aparece y desaparece frente a una astuta imitación de ‘Zombie’ de Fela Kuti y una tormenta de ángulos. Flea se mantiene al fondo, marcando el ritmo, mientras Waronker y Refosco disfrutan, pero poco. En ‘Stuck Together Pieces’, agujeros pequeños revolotean por el canal, mientras algo que suena como un destapador golpeando los rayos de la rueda de una bicicleta mantiene el ritmo. La producción de Godrich hace que, en general, la percusión – en parte procesada, en parte análoga, y una gran parte difícil de saber – aparezca y se destaque, como un gráfico de barras que cobra vida. Los ritmos han sido escondidos tan profundamente que el polvo que fue descartado comienza a cubrir cualquier semejanza al funk en el repertorio de Yorke; Amok casi hace parecer frío a ‘The National Anthem’ en Kid A.

«Es algo muy cinético», dice Yorke sobre el proyecto, «y para mi, Atoms for Peace implica algo energético». Esta es una idea que Yorke ha tenido por un tiempo. Donwood comenta que The Eraser tenía como nombre tentativo Atoms for Peace, y que llegó a crear arte para el proyecto asociado al tema. «Había un logo, con un átomo girando alrededor de una molécula,» dice Donwood, «solo una mancha siguiendo una órbita recta». El padre de Yorke fue físico nuclear y el lado oscuro de ese trabajo siempre interesó a su hijo.

El nombre Atoms for Peace está tomado de un discurso dado por el presidente Dwight Eisenhower en las Naciones Unidas en Diciembre de 1953. Estados Unidos y la Unión Soviética comenzaban lo que se llamaría la Guerra Fría y el discurso tenía la intención de detener los miedos del mundo demostrando que la energía nuclear podía ser usada para el bien. «Era solo una excusa para construir enormes bombas», dice Yorke. Tiene razón, pero no podemos evitar notar la idea de conflicto en el texto de Eisenhower. «Me siento obligado a hablar hoy en un idioma que de cierta forma es nuevo», decía el presidente sobre el armamento atómico. «Uno que yo, habiendo pasado tantos años de mi vida en la profesión militar, preferiría no usar nunca». Lo lee como un mensajero reacio, disculpándose por el horror que se había desatado en el mundo entero mientras al mismo tiempo defendía el derecho de Estados Unidos al desarrollo nuclear para su defensa propia. Es un conjunto de emociones que aparecerían algunos años después, cuando en su último discurso como presidente, el general nos advirtió sobre las instalaciones nucleares-industriales. «Si la gente del mundo conduce una búsqueda inteligente de la paz, deben estar armados con los hechos significativos de la existencia actual», dice en el discurso que lleva como título «Atoms for Peace«. Puede haber sido propaganda, pero al menos, en este aspecto, tenía un punto.

Yorke, Godrich y Donwood pisan las cuatro décadas, y Flea cumplió 50 en Octubre. Todos crecieron en las sombras de la Guerra Fría, con La Bomba colgando como una nube embarazada sobre sus infancias. Y sin embargo, Yorke señala que los protegían sueños de un futuro mejor. «Cuando eramos niños, había esperanza», dice. «Abrías libros sobre el futuro y ¡había esperanza! Todos usaríamos jetpacks y nuestros autos serían eléctricos». Y aunque sus hijos no estén creciendo con el miedo constante de una posible destrucción instantánea,  tienen que lidiar con el calentamiento global, que produce un miedo silencioso por una destrucción gradual segura. «Un par de años atrás, leía una de estas revistas sobre la vida salvaje», dice Yorke sobre su hijo, «y sé que hablaban del calentamiento global y me preocupaba cuál sería su reacción. Pero ha crecido con eso y solo es una parte en su vida. Me asusta».

«Si intentas caminar en linea recta en la nieve durante una tormenta de nieve, siempre caminarás en círculos». Donwood nos dice esto a mí y a Yorke de manera clara. «De hecho, lo comprobaron con gente en el desierto. Que la gente camina en círculos cuando está perdida no es una leyenda urbana o rural. Es así, nadie sabe por qué». Abandonados, con granos de arena golpeando sus caras y pegándose al sudor de su pecho, la gente caminará en círculos y creerá que es una linea recta.

«El otro aspecto de Amok es que todavía queríamos hacer un álbum de canciones. De cierta forma, podíamos muy fácilmente haber lanzado una serie de beats muy locos con muy poco sobre ellos, pero no sentimos que fuera lo mejor en ese momento», dice Yorke. A pesar de sus limitaciones para escribir música, su personalidad fue la guía en las sesiones. «No quería que sea una banda de zapadas, porque ese es un escenario que quiero evitar – siempre termina sonando igual. Entonces la idea era desafiarlos y llevarlos a un lugar donde no estuvieran cómodos, sabiendo que son suficientemente talentosos como para lidiar con eso». Aun así, dice Yorke, no había un plan detallado cuando llegaron al estudio. «No empecé a decirles qué hacer. Estaba bastante desentendido. Me sorprendió cuán desentendido estaba». Algunos de los sonidos de Amok se originan en el traspaso de las ideas en la laptop de Yorke. Algunas ideas no sonaban bien en los instrumentos; algunas no sonaban bien en máquinas. «Algunas cosas vienen de lineas de bajo de Flea», dice Yorke. «Suceden cosas en todos los planos, en realidad».

Cuando finalizaron la sesión de 3 días, Yorke, Godrich, Waronker y Donwood se retiraron al estudio de Waronker en las afueras de Los Ángeles  («No es un estudio enorme, es un pequeño cuarto con un balcón soleado al lado», hace notar Donwood. «Probablemente con niveles normales de smog».) Cuando los ritmos se mezclaban fácilmente, el trío de músicos dejaba que las cosas fluyan. El resto del tiempo, «mayormente era un trabajo de edición», dice Yorke. «Teníamos mucho material y arrancamos con eso. Mucho de eso era solo mio y de Nigel. Mayormente, todavía es eso».

Mientras Yorke acepta que Flea dio una pequeña mano en la post-producción y Waronker una bastante grande, Amok es una muestra de la sensibilidad de su creador y refinador desde la primera oída  Las canciones que se presentan han sido manipuladas al punto de encajar en el molde de una canción pop tradicional, con un toque de los ruidos y baches que quedaron de The Eraser. Pero más allá de cualquier truco de computadoras, es la voz de Yorke la que encanta a las sombrías melodías de Amok. Libre, flotando entre las columnas de ritmo creadas por la banda. Su voz se expande como gasa, quitándola y haciéndola más fina sin que se rompa para atarse en la herida abierta. Por momentos, solo se ve todo lo que sucede a través de ese velo.

Sin embargo, por momentos su voz es apretada hasta que los puntos de sangre comienzan a fluir a través del algodón. La energía liberada en estos choques, donde las lineas entre el hombre y la máquina y entre el ritmo puro y la voz espectral son eliminados – es ahí donde Atoms for Peace ejerce todo su poder. ‘Reverse Running’ es un cañón de redoblantes y hi-hats («Mauro y Joey tuvieron problemas con este, con el ritmo», dice Yorke), pero él coloca su piano en la base y encaja muy fácilmente, sonando como Joni Mitchell tocando en medio de la tormenta. En la canción que da nombre al álbum, Yorke baila a través de un remolino de voces y sintetizadores, rodeados de «todas esas frasesitas que repites en tu cabeza y que no se detienen», como lo dice él mismo. «Run amok/Run amok/Run amok«, canta, como una brújula en el desierto, como una mano externa que endereza una línea.

Porque el ritmo necesita ser moderado. «La voz en mi cabeza, antes que nada, dice que cuando las cosas van mal, la gente no quiere oírlo , dice Yorke. «Hay momentos en los que no tenemos problemas con eso y otros en los que si. Cuando nos portamos mal, no queremos que nos lo hagan notar. Pero soy siempre consciente de que lo que él [Donwood] y yo hacemos, lo que todos hacemos, se lo recuerda». Como los complicados retazos que forman The Eraser, Amok es un álbum cuya base reside no en el orden matemático sino en la simple aseveración de que algo es bueno. Es más una expresión subjetiva que una notificación. Pero no puede divorciarse del sonido de la voz de Yorke, ese defensor solitario cantando desde el diluvio. No necesitas pensar para sentir pero se hace imposible no pensar sobre lo que sientes. Después de todo, la subjetividad no excluye la verdad. Solo es una forma de vivirla.

En Diciembre de 2009, Yorke se hizo presente en la Conferencia sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas en Copenhague, donde vio con frustración como «la raza humana decidió que la economía global es más importante que cualquier cosa», según sus palabras. «No hay forma de escapar, así que ¿cómo nos hace sentir? ¿Simplemente volvemos a nuestra vida, valoramos el presente y a la gente que está con nosotros – en ese momento? … ¿es así como tenemos que lidiar con eso? ¿Es eso lo mejor que podemos hacer? Porque la consecuencia de eso es la negación. ¿o te absorbes en esa linea de pensamiento o como sea que lo quieran llamar? Eso te va a hacer mierda». Es una pregunta importante, quizá la única pregunta, y aunque Yorke es rápido para decir que no piensa que Amok tenga necesariamente «nada que ver con esto», rápido remarca: «estamos hechizados con un embrujo antiguo que nadie supo romper».

Las lineas que Donwood realizó para la cubierta de Amok son hermosas y simples, casi hechas por computadora. Los Ángeles inundado. Las lineas tocan la base del Teatro Chino Grauman y comienzan a llevarse al Walt Disney Concert Hall, diseñado por Frank Gehry. Una limusina inclinada hacia el cielo, como el Titanic momentos antes de hundirse. Lluvia de meteoros, consumiendo el Observatorio Griffith. Todo parece moverse, pero la destrucción nunca se completa.

El día que hablamos, un mes después de la salida del álbum, el trabajo de Donwood ya comienza a influenciar la forma en la que la gente oirá el álbum. «Es interesante el hecho de que más gente ha visto el arte de la que ha escuchado el álbum», dice Yorke. «De cierta forma, me gusta eso, porque de cierta forma es como deberían ser las cosas». La forma en la que las suaves curvas juegan entre sí mientras se precipitan sobre las Colinas de Hollywood es hipnótico y extrañamente hermoso. «Es difícil ponerlo en palabras,» dice Yorke. «No existen las palabras adecuadas para expresar ese constante sentimiento de miedo». No pude encontrar – no había nada ahí … es … tú sabes».

En tu bandeja, en tu reproductor de CD, en tu disco rígido, Amok parecerá girar y girar pero el ojo que corre a través de ese montón de datos está dibujando una linea recta. Realmente está sucediendo.

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