20 de julio de 2014

(c) Mark Bourdillon

Jonny Greenwood de Radiohead está persiguiendo su sueño en la música clásica con sorprendente éxito.

Las oficinas de la banda más grande de rock experimental, Radiohead, se encuentran a diez minutos de distancia de Didcot Parkway, en una arbolada ciudad de una sola calle. Sus premios (un dedo de NME, un astronauta de MTV) llenan un estante mientras que discos brillantes de álbumes cada vez más extraños ocupan las paredes, desde Pablo Honey (1993) hasta Kid A (2000) y lo que siguió. The Bends fue grabado en un sótano. El guitarrista de la banda, Jonny Greenwood, está tirado en un sofá. Vive cerca, donde siempre ha vivido no solo él sino también sus compañeros de banda, como Thom Yorke. Debajo de la mesa de café se apilan cientos de portadas de revistas donde aparece el quinteto; todo el lugar se siente histórico, como un museo sobre cómo enriquecer sonidos ricos.

Fui a Oxfordshire a hablar con Greenwood sobre su trabajo clásico: sus composiciones para películas, con la London Contemporary Orchestra (LCO) y sus varios intentos por usar fragmentos de sinfonías de Oliver Messiaen. Pero comencemos con lo inevitable: Radiohead.

(c) Mark Bourdillon
PH: Mark Bourdillon

Han pasado ya tres años desde el último álbum. ¿Tienen fecha de lanzamiento para el próximo? “No! ¿Lanzamiento? No, ni idea. No”, se ríe. “El plan es comenzar a hacer música pronto; tenemos que volver a tomar impulso.” Sin embargo, se han mantenido en contacto, compartiendo ideas. “Anoche le envié material a Thom por e-mail justamente, pero no es lo mismo ¿no? No lo puedes ver haciendo gestos de desaprobación”.

Greenwood y Yorke son para Radiohead lo que Lennon y McCartney o Jagger y Richards son para bandas que no necesitan presentación: gente muy volada con intereses diversos que se desafían mutuamente a ir más lejos, y se llevan a sus audiencias con ellos también. Se conocieron hace 30 años y a lo largo de 8 álbumes han hecho sentir a sus seguidores influencias tan esotéricas como Autechre y Flying Lotus. Sigur Rós les debe su carrera. Artistas como esos están en el extremo más oscuro del pop, aunque las pasiones de Greenwood se dirigen a los extremos clásicos; sus listas de reproducción en Spotify incluyen gente como Krzysztof Penderecki y Henri Duttileux. Hace chistes ocurrentes sobre interpretar “Steve Reich a la tarde”. Tiene gustos extraños y quiere probar todo.

“Estoy en el mismísimo extremo de lo que puedo hacer en realidad”, dice calmadamente con su cabello oscuro cayendo sobre su cara. “Pero eso es lo que soy, un mentiroso. Cuando conocí a Thom, él también era así. Lo recuerdo tocando la batería en la escuela una vez, y me dijo ‘Andá a buscar un contrabajo. Solo pegále o algo.’ Nuestra estrategia es no ser rígidos.”

Por eso mismo llegó a la LCO, un grupo experimental de jóvenes músicos dirigidos por sus directores artísticos Rob Ames y Hugh Brunt (quien también es el director principal). A principios de este año, los vi tocar en Wapping Project, una estación de energía hidráulica en desuso al este de Londres. La multitud estaba de pie. Greenwood y una pequeña orquesta esperaban en una sala trasera. Nadie usaba traje y la mayoría llevaba barba. Movimos las cabezas durante las piezas que apenas conocíamos: Xenakis, composiciones nuevas de Greenwood, su trabajo para la película Norwegian Wood de 2010. Fue emocionante y divertido. Hay más presentaciones planeadas y nadie pidió “Creep”.

“En mi experiencia previa con la música clásica en vivo, tenías que entregar la lista de piezas para el programa con 6 meses de anticipación, pero esto se sintió más como un recital. La gente iba y venía.” comenta Greenwood, quien también compone para la BBC Concert Orchestra y la London Sinfonietta. Cuando Radiohead está de gira, él dedica su tiempo libre a ver “orquestas extrañas”. Considera que la música clásica está viva, no atrapada en discos de hace décadas. En un momento durante la presentación con la LCO, nos pidieron descargar una aplicación que emitía un sonido cuando tocábamos la pantalla y estos se combinaban con los sonidos del escenario improvisado. Tal libertad ¿es solo posible cuando no estás trabajando? Mueve su cabeza. “Radiohead siempre intentó cosas que han sido semi-ridículas y semi-exitosas. Estarían interesados en probar lo que sea.”

Greenwood nació en 1971. Conoció a Yorke a través de su hermano mayor, Colin (quien toca el bajo en Radiohead) y prosiguió agotando estadios con música que se describe con la palabra “difícil”. Es humilde y está tan poco acostumbrado a hablar de sí mismo como cualquier persona que ha felizmente estado a la sombra de un líder desbocado. Pero se relaja un poco cuando el grabador se apaga y se permite hablar sobre pronunciación y como los periodistas de la sección dedicada a la Copa Mundial de este períodico se deben haber sentido como cuando él y su banda “lanzamos ese álbum [In Rainbows] gratuitamente.” Siempre que intento adularlo, se escuda tras Yorke: “Thom simplemente devora la música”, dice sorprendido. “Es muy loco”.

Para tratar de darle reconocimiento a Greenwood, le escribí a Brunt de la LCO. El guitarrista ha atraído atención sobre la orquesta y me pregunto cómo será trabajar con él. Radiohead difiere mucho de ser el Mötley Crüe del valle del Támesis, pero, ustedes saben, las estrellas de rock … “Nos ha sorprendido mucho su intensa curiosidad en los ensayos” contestó Brunt, mientras me imagino a los televisores entrando de nuevo por las ventanas de los hoteles. “Le fascina lograr nuevos timbres en los instrumentos”. En cierto momento, Greenwood me habla entusiasmado sobre “los modos de trasposición limitada”. En otro momento, sus ojos se hacen grandes al hablar sobre cómo se hizo con su primer Ondes Martenot. “Llegó en una caja, y no tenía idea qué podía encontrar adentro. ¿Qué puede ser más emocionante que eso?”.

Tenia 15 años cuando un profesor le hizo escuchar La Sinfonía Turangalila de Messiaen. En ese momento él estaba escuchando Magazine, The Fall y The Smiths, pero Messiaen sonaba como “dos orquestas tocando cosas diferentes”. Se obsesionó. Estaba vivo en ese momento y por alguna razón eso era muy importante para mí. Pensar ‘OK, está vivo como Mark E Smith está, y está haciendo álbumes’. No pensaba en términos de mejor o peor. Simplemente pensaba que quería todas esas cosas”.

Desde las cuerdas en “How to Disappear Completely” y “Codex”, un poco de la “viola mal tocada” en “The Tourist” y la flauta en The Bends (Greenwood tocaba en bandas de flauta hasta los 17), no es difícil ver inspiración clásica en Radiohead, pero a pesar de lo que algunos piensan de la producción de la banda desde 2000, el guitarrista dice que las canciones siempre son la prioridad. “No puedes simplemente calzar a presión música de cuerdas microtonales en una canción hermosa”, dice encogiéndose de hombros. “Entonces, Thom toca “Pyramid Song” en el piano, y ya es hermosa. ¿Qué haces?” ¿Trabajo solista? Asiente.

La película There will be Blood de Paul Thomas Anderson comienza con montañas estériles y un sonido como de un enjambre de abejas. Es la “música de cuerdas microtonal” de Greenwood, y nos altera 6 minutos antes de que veamos a Daniel Day-Lewis buscando petróleo. La primer escena termina con las mismas montañas, ruido y peculiaridad. La segunda colaboración del par, The Master, es aún más extraña. Rolling Stone dice que Greenwood está “redefiniendo lo posible en música de películas”, pero no espero que esté de acuerdo cuando se lo digo. “Paul usa música muy estridente en sus películas”, dice. “Es un trabajo ideal para un compositor. Le envié música que era muy larga y él extendía la escena para que la música encaje. Una locura.”

El mes próximo, Roundhouse de Londres proyectará There Will be Blood mientras la LCO interpretará su música en vivo. Ven con una mente abierta. El año próximo se estrena Inherent Vice, la tercer colaboración de este dúo tan excéntrico. ¿Cómo funciona? “Es un ida y vuelta de meses”, explica Greenwood. Lo extraña cuando no están trabajando juntos. Esta nueva película está basada en el libro de Thomas Pynchon. “Le enviaba música pop de los 60 que hice, que es la época en la que transcurre la película, y le preguntaba si algo de esto servía. Después lo bombardeé con diferentes enfoques hasta que encontramos el correcto. Una ventaja es que puede ver películas de culto mucho antes de que se estrenen. “Inherent Vice es graciosa”, cuenta, “pero tiene una seriedad oscura y extraña de fondo”.

Lo que, curiosamente, nos devuelve a Radiohead. Le pregunto cómo hace para saber qué música destinar a cada proyecto, entre sus composiciones para películas, la LCO y Radiohead. Dice que no sabe, pero tiene muchos “instrumentos estúpidos” por lo que es difícil quedarse sin ideas. Pero eventualmente dice “quiero que todo esto sea para Radiohead en realidad”. Vuelve a mencionar a Yorke. Se supone que Las preguntas sobre la banda sean difíciles, esas que le preguntan todo el tiempo y está aburrido de contestar. Sin embargo, es lo que contesta con más libertad, feliz de alejarse del reflector. “Radiohead es todavía lo que más me emociona”, dice dulcemente, “pero cuando tengo tiempo libre, esto es lo que quiero hacer”.

texto original por Jonathan Dean.
Publicado el 20 de Julio de 2014 en The Sunday Times.

En este artículo, se habló de