6 de junio de 2017

por Victoria Alvarez Rosatto

En el afán por colaborar con mi amigo/ hermano/compañero de emociones y de deformes sensaciones, Leo Ebel, es que me veo una vez más tratando de poner en palabras, en mis verdades que son a medias, en mis pensamientos amontonados, lo que pasa por acá con este disco. “Por acá” lo digo tocándome la garganta, hablando de cómo explico ese nudo ahí que es OK COMPUTER.

Y ahí vamos.

Los amantes de la banda del tuerto vegano somos así. Terribles maricones. Mariconeamos con todo, con la vida misma. Tenemos un nivel de melodrama pocas veces visto que para este mundo ordinario es un hermoso motivo de bullying, de chicaneo, de molestia existencial para todo aquel que se atreva. Que se atreva a decirlo, a asumirlo. Nos pasamos pidiendo disculpas por ser tan maricones con todo. Haciendo caso omiso a la frase mil veces coreada por el mismo Yorke “dont get sentimental, it always ends up drivel” Lo entendemos. Pero no nos sale.

De cualquier manera, los discos fundamentales siempre son complicados de explicar. Es terrible. Las reseñas son terribles y tienen más interpretaciones que una pintura de Stanley Donwood. No se puede. Entonces, solamente me voy a limitar a decir lo que pienso. Lo que hoy mismo estoy pensando de OK Computer, disco fundamental en mi vida. Disco que no tiene una fecha, porque lo siento como presente desde mi primer día de memoria.

En su hermoso desfile de 12 canciones, sus armonías tan exactas, en sus muy cortos 54 minutos de duración, suenan viajes como «Subterranean Homestick Alien» o «Fitter Happier», lo que en realidad pasó, el verdadero vuelo. Y ese mensaje atemporal, esa ambigüedad escénica que percibo en cada una de sus estrofas es inexplicable. Como el bajo de «Airbag». Y también pienso, ¿cuántos bajistas fueron echados de sus bandas por arruinar esa canción una y otra vez en un ensayo? Valientes, pero suicidas.

Los himnos como «Karma Police» o «Paranoid Android» no tiene sentido reseñarlos. No los googlees nunca. Vas a encontrar una sarta de idioteces dichas de ambos que termina cansándote más que un tema de la FM local más escuchada.

Algo que también me pasa con este disco, comprendo que hay alguien que realmente ve el futuro. Ese alguien que vino con un ojo fallado tira más verdades que todas las lecturas de todas las borras de café del mundo. Lo sabe. Y lo escribe. Y lo dice. En todos lados y todo el tiempo. Si no fuera así, no se explican «Electioneering» o «The Tourist». O alguien que me los explique a mí porque fueron hace 20 años y son hoy.

Y voy a decirlo por única vez: no me gusta el estribillo de «Let Down». Musicalmente no me gusta, y la letra me parece una bobada. Así es. Eso del “bug in the ground” es la rima más boba que he leído en años. Entonces, ¿por qué estruja las tripas y te deja sin aire? ¿Por qué nunca dejo de emocionarme con el final tremendo diciendo “you know, you know where you are with” o con cada estrofa de esa canción?

Eso es lo alucinante de OK Computer. Esa es la magia terrorífica de este disco alevoso, único y conmovedor. Magia pura. Fucking genios. Obra de Arte de la Música Contemporánea. Agradecidos de ser parte de este sentimiento. Lejos de deprimirnos, escuchamos Radiohead y somos felices.

No somos tan maricones después de todo.

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