por Laura Santillán
Pensar en In Rainbows es pensar en mucho más que diez canciones; es un disco que excede los 42 minutos y 39 segundos de su duración. In Rainbows, de todos los álbumes de Radiohead se puede definir como “el perfectito”, el más compacto, al menos hasta ese momento y sin por eso llegar a ser el favorito – Kid A ♥ forever -, pero no se puede negar que las diez canciones son increíblemente bellas, radiantes… justo como un arcoíris.
La experimentación de trabajos anteriores se transformó en este disco en una precisión estética armoniosa, sin momentos extraños ni incomodidades. Cada sonido está precisamente donde tiene que estar, incluso la batería en «Videotape». Y esa misma meticulosidad acompañó todos los aspectos de presentación del disco. Fue el primer disco que una banda del mainstream largó al mundo con la consigna de «paguen lo que quieran» … si quieren, abriendo así el debate sobre los modos de distribución y recepción de la música. ¡Y les fue bárbaro! vendieron más copias que con el disco anterior y demostraron que entre la creación artística y el público no hacen falta intermediarios codiciosos. Tremenda cachetada a los grandes sellos… dedicada a todos los seres humanos.
También vino acompañado de webcasts desde el estudio con versiones muy íntimas e incluso un par de covers, como una superposición de todas las cosas que están bien: Radiohead tocando Joy Division/New Order y The Smiths.
La versión física salió en forma de un paquetito que incluía el libro de letras de las canciones, un sobre con el CD y stickers con la portada y contracara para que, si te daban ganas de tenerlo en formato caja tradicional de plástico, los armaras vos mismo sin seguir contaminando innecesariamente.
Finalmente, y en una apreciación mucho más personal, In Rainbows fue el álbum de la gira que los trajo a Sudamérica por primera vez. Y el comienzo de tantas otras historias: las de que arrancan con “dónde estabas vos cuando…” y anécdotas de gente apretada, pogos intensos y ojotazos.
También fue el álbum que tenía en mis manos cuando los tuve en frente mío en mi peor faceta de cholula [sorry not sorry] y que tan gentilmente me firmaron.
Dicen que las buenas obras de arte son las que admiten muchas lecturas, las que no se agotan rápido, las que nos regalan experiencias tal como la luz dispersa nos regala colores, y de las que se puede seguir hablando aunque hayan pasado diez años.