9 de octubre de 2019

Jonny Greenwood | PH: Sarah Lee

Texto original por Andrew Male.
Publicado por The Guardian el 09.10.2019

Ha compuesto para un Prom y para las películas de Paul Thomas Anderson. En el marco del lanzamiento de su propio sello de música clásica, el guitarrista revela como todo comenzo con una humilde flauta.

Jonny Greenwood se ve bien, considerando la situación. Hay un pequeño segmento de barba de días sobre su labio superior que la afeitadora no logró atrapar esta mañana y una especie de somnolencia en su mirada, pero es poco probable que cualquier persona que se encuentre con el guitarrista de Radiohead en este café de Londres a las 10am se de cuenta de que no ha dormido en 24 horas. «No, no he dormido nada», refunfuña mientras se acomoda el pelo. «Quizá una hora…».

Nos reunimos para hablar de su nuevo sello discográfico de música clásica, Octatonic, pero anoche estuvo en el Albert Hall recibiendo los aplausos luego de una meticulosamente curada Prom. Fue el punto cúlmine de su segunda vida como compositor, una carrera de 16 años que lo ha llevado a componer para London Sinfonietta, trabajar como compositor residente de la BBC Concert Orchestra, colaborar con el compositor poláco Krzysztof Penderecki y crear bandas sonoras admirables para películas de Lynne Ramsay y Paul Thomas Anderson.
La Prom incluyó tres obras de Greenwood además de trabajos de Penderecki, Steve Reich y Heinrich Bieber («Eso fue bastante Radiohead!», dedujeron dos chicos durante el intervalo en el bar) y cerró con el estreno mundial de Horror Vacui, una pieza de 36 minutos para 68 cuerdas y un violín solista.
«Fue una locura», comenta sobre el momento de escuchar por primera vez la composición ejecutada en público. «Algo completamente diferente a Radiohead. Te preparas mucho tiempo para algo que solamente pasará una vez. El objetivo es una presentación de 30 minutos, y eso te llevó 9 meses. Quizá haya 20 compases que tranquilamente eliminaría, pero a diferencia de otras cosas que he compuesto, siento que hay más aciertos que desaciertos esta vez».

Greenwood es humilde cuando habla sobre su música y es rápido en cambiar el foco hacia los músicos («músicos reales») y su violinista estrella, Daniel Pioro. «Daniel es un superhombre. La primera vez que lo éscuché tocar, tocó una pieza de Gerald Barry, Triorchic Blues, y fue la última vez que alguien tocó algo que me generó una respuesta física; me aceleró. Es una sensación que busco volver a sentir. Me obsesioné con Daniel desde ese momento».
Esa obsesión es evidente en el primer lanzamiento de Octatonic. Aunque la serie se centrará mayormente en música clásica contemporánea, el volúmen 1 tiene a Pioro tocando Partita No. 2 in D minor de Bach, una de las piezas más hermosas de música de todos los tiempos. Greenwood está de acuerdo: «Tiene todo, y con Daniel suena como una pieza muy fresca».

Octatonic está bautizada en honor a su escala musical favorita de ocho notas («si, lo sé, es un poco nerd») y planea también enfocarse en trabajos íntimos de solistas y pequeños grupos. El volúmen 2 incluye a Oliver Coates interpretando Industry – una pieza para cello y electrónica – de Michael Gordon y a la pianista Katherinne Tinker ejecutando Three Miniatures from Water de Greenwood.
La idea de Octatonic, según explica Greenwood, surgió luego de una visita a Bleep, la tienda de música en linea de moda. «Buscaba la sección de música clásica», dice, «y me di cuenta de que no había una. No es que pensaba que la música clásica moderna en vinilo atrae un gran número de seguidores, pero pensé que al menos encontraría algo«.
Siendo que la música clásica es uno de los pocos géneros que mantienen vivo el formato CD, la decisión de que los lanzamientos de Octatonic sean solo en vinilo y en descarga es un poco controversial. «La mayoría de la gente que conozco escucha música por streaming», dice, «y si realmente les gusta, quizá lo compren en vinilo. Hay algo especial al escucharlo en vinilo – te sientes obligado a escucharlo entero. Es todo un ritual. Usamos micrófonos de tubo, buscando calidez y musicalidad ante todo, pero fuera de eso se trata de los músicos».

Mica Levi es uno de los primeros nombres que menciona al pensar en los compositores actuales que le gustaría grabar. «Es sorprendente. En el mundo del rock, hay muchos fanfarrones – quién mejor que otro para identificarlos – pero a veces ves gente genuina, y Mica es una de ellas. También lo es Edmund Finnis. Sus composiciones son realmente buenas».
Manejar un sello musical ¿es menos emocionante que tocar la guitarra en Radiohead? «La gente asume que es un mundo muy acartonado, pero un violinista puede hacer más con su arco que la cualquier otra persona con una guitarra o un sintetizador. Y encima tienen una mano izquierda, y cinco dedos … un universo de sonidos», comenta.
Insiste que su entusiasmo no se reduce a la superioridad de los instrumentos clásicos frente a los electrónicos: «he visto bandas cuya preparación para un show es simplemente enchufar un cable de alimentación a su iPad. Y la música electrónica moderna se siente así a veces. ¿Dónde está el esfuerzo? ¿Que hay en juego? Parece reducirse a un grupo de hombres, parados mirando a otros hombres y nadie baila ni se divierte. No creo que la música clásica sea anticuada, especialmente cuando la hacen chicos de 20 años. No he tocado con músicos así desde la escuela secundaria. Es muy emocionante».

PH: Sarah Lee
PH: Sarah Lee

Como muchos otros chicos, el primer instrumento de Greenwood fue una flauta. A diferencia de muchos de nosotros, sin embargo, se enamoró del instrumento. Tocó música barroca en grupos de flautistas adolescentes y luego se unió a Thames Vale Youth Orchestra, donde se apasionó con Sibelius y Messiaen. Pero el poder de la humilde flauta nunca se desvaneció.
«Oh, ¡podría hablar por horas sobre la flauta!», dice. «Uno de los placeres más grandes de tocar en arenas deportivas de Estados Unidos son sus duchas comunes. Me acerco al lugar temprano, busco esos cuartos que huelen a Deep Heat y suspensores, saco mi flauta, toco una sonata canónica de Telemann y me sumerjo en esta reverberación. Tengo la fantasía de hacer algunas demandas extrañas a los promotores del evento. Como por ejemplo que me conecte con un buen grupo de flautistas amateur en lugar de traer cocaína y prostitutas. Una locura, ¿no?».

Greenwood se unió a Radiohead cuando tenía 14 años, para tocar la armónica. Posteriormente se convirtió en el guitarrista, tecladista y arreglista de la banda, con tanta libertad como para incorporar cualquier cosa, desde un banjo a un clavicordio. Es el amor de Greenwood el que los inspiró a usar un mellotron en «Exit Music (for a film)», y a incorporar el teclado favorito de Messiaen, el Ondes Martenot, en «How To Disappear Completely».
«Ese es todavía mi trabajo», dice. «Aparecer con instrumentos nuevos y emocionantes. La única diferencia entre la guitarra y el Ondes Martenot es que terminas tocando uno más que el otro porque sales de gira».
Greenwood también exhibió su amor por el Ondes Martenot en 2005, cuando estrenó Popcorn Superhet Receiver, una pieza de 20 minutos, con la BBC Concert Orchestra. El trabajo llamó la atención de Paul Thomas Anderson, quien estaba trabajando en There Will be Blood. «No había visto ninguno de sus otras películas», admite en voz baja, «pero me envió algunos fragmentos y pensé que iba a ser interesante estar en una banda con esta persona».

Su música para The Master, de 2012, es brillantemente inquietante. Vio a Anderson en el Prom, dice, «comentándome miles de ideas para películas … hablamos sobre una película de terror», dice antes de una pausa; «pero supongo que There Will Be Blood es una película de terror a su manera. Inclusive Phantom Thread: la chica de pueblo inocente que es llevada a la casa del hombre mayor y malvado en la cima de la montaña. Pero cuando te sientas a ver una película de PT con él, te das cuenta de que son todas comedias. Literalmente se la pasa riéndo todo el tiempo».
El trabajo de Greenwood como compositor ha beneficiado enormemente a Radiohead. «Tengo menos miedo de incorporar cuerdas ahora», dice. «en ‘Burn the Witch’ finalmente tuve el coraje de decirles que lo dejemos así sin terminar y solo dejáramos que las cuerdas lo terminen. En el pasado, no hubiera tenido el valor».

Radiohead no tiene planes futuros. Desde Junio, cuando lanzaron MiniDiscs [Hacked] – 18 horas de material de las sesiones de grabación de OK Computer – no ha habido mucha actividad. «No sé qué estamos haciendo», dice con una sonrisa que parece pedir disculpas. «No salimos de gira hasta que no tengamos música nueva y eso no sucederá hasta que no nos reunamos, y eso no pasará hasta que todos tengamos tiempo».
La banda donó las ganancias de MiniDiscs [hacked] a Extinction Rebellion. Greenwood está de acuerdo con que la conciencia ambiental se ha desarrollado desde principios del 2000, cuando Radiohead comenzó a colaborar con Greenpeace, pero se niega a considerar a la banda como un abanderado de la causa. «¿Me quieres decir que nuestro legado será ‘les advertimos que esto sería terrible, y ahora es así’. Wow, que buenos tiempos».
También cree que la crítica a los activistas – como Radiohead – que a veces usan aviones para viajar y trabajar a veces se usan como distracciones. «Si, esta persona es hipócrita porque volaron. Pero si todo lo que necesitas para convencerte de que no hay una crisis climática es ver la paja en el ojo ajeno, entonces eres un idiota».

Cuando nos despedimos, una canción de Julia Holter suena en el café entre las voces. «Alan Bennett dijo algo», dice mientras se pone su abrigo, «como que la música había roto sus límites. Solía estar confinada a estos espacios pequeños que tenías que buscar para experimentarla. La música que suena ahora fue grabada por músicos que se concentraron en eso. Pero nosotros hablamos arriba de eso. Una de mis esperanzas con Octatonic es que sea una forma de permitirle a la gente escuchar atentamente, crear ese espacio, y que la próxima vez que vayas caminando y veas un póster de un concierto clásico en una iglesia o un violinista solista, quizá te llame la atención entrar y experimentarlo de verdad».

En este artículo, se habló de