Jonny Greenwood está en el estudio de su casa en Oxfordshire, rodeado de una cornucopia de instrumentos extraños y maravillosos. Casi se tropieza con un autoarpa mientras camina alrededor del cuarto en una videollamada, en la que me muestra sus pianos, sus ondes Martenots, sus flautas de diferentes tamaños, sus guitarras, una tambura, un arpa de cuerdas de acero y un sinnumero de instrumentos de cuerdas que incluyen un cello usado al que ha bautizado Steven Bennett (en honor al anterior dueño, que dejó su tarjeta de identificación escolar en el instrumento). «Este cuarto es como mi fantasía adolescente», confiesa. «De niño deseaba tener todos los instrumentos que veía al pasar por las tiendas de música, para poder tocarlos cuando quisiera. Soy afortunado de estar en una posición que me permite hacerlo».
Sin embargo, su más reciente obsesión es un instrumento que no cabe en su estudio: un órgano de iglesia. Su fascinación comenzó cuando visitó iglesias en Le Marche, la región de Italia en la que Greenwood, su esposa y sus tres hijos viven cuando no está haciendo música en Oxfordshire. En 2016, no mucho después de mudarse ahí, un terremoto destruyó muchos edificios en el centro de Italia y Greenwood se involucró en campañas benéficas para reconstruirlos. Fue afortunado, dice, al ser amigo de un intendente local que lo invitó a visitar iglesias en la región y explorar lo que necesitaba reparación. «Muchos órganos de iglesia antiguos necesitaban ser reparados. Pude tocar algunos de estos maravillosos instrumentos medievales. Las partes internas – lo que llaman ‘el cerebro’ – son piezas de tecnología increíblemente complejas. Estas enormes máquinas creadas hace siglos lidiaban con los mismos desafíos de síntesis, sampleo y reproducción de sonido con los que todavía lidiamos hoy», comenta.
Esto inspiró el más reciente encargo, una pieza para órgano de iglesia que se estrenará la semana próxima en el Festival de NorfolK y Norwich. Por supuesto, al ser Greenwood, las cosas no son simples – compuso una pieza ambiental, con zumbidos, que dura ocho horas, y requiere que dos pianistas (James McVinnie y Eliza McCarthy) toquen en turnos. En esta ocasión se llama 268 Años de Reverberación, pero el número de años varía de acuerdo a la antiguedad de la iglesia en la que se interprete. «Me encanta la idea de que estas iglesias antiguas tienen siglos de sonidos que se han empapado en las paredes y en los tubos de los órganos», dice Greenwood. «Al pasear por estas iglesias italianas, ves órganos que traen al presente historias increíbles. Algunos de ellos tienen hileras dobles de teclas negras, por lo que el fa sostenido y el sol son ligeramente diferentes – como es en el temperamento natural. Algunos tienen teclas que reproducen percusión. Una iglesia en Comunanza, cerca de las montañas Sibillini, tiene un órgano con un pequeño tanque de agua que le permite al organista hacer sonidos burbujeantes que imita el canto de las aves. Hay otra iglesia que visitó Mozart supuestamente y tocó en ese órgano, por lo que ¡todos comenzamos a frotar las teclas animadamente! Cada órgano de iglesia en la Tierra tiene años de historia embebidos en él».
Greenwood está en el cuarto donde compone y arregla para Radiohead y en el que ha trabajado en una docena de bandas sonoras – desde 2007 es la persona indicada si necesitas música para drama psicológico intenso – y ha trabajado con Paul Thomas Anderson, Lynne Ramsay y Jane Campion. Algo que hace a Greenwood un músico tan fascinante es que no solo trabajó en muchos géneros sino que cada uno parece influir en el siguiente. En los últimos meses completó un álbum con el músico árabe-israelí Dudu Tassa, compuso cuerdas para Pretenders, y lanzó un álbum con The Smile, su trio extracurricular formado con su compañero de banda Thom Yorke y el baterista de jazz Tom Skinner.
También ha estado explorando la música carnática de India, algo que ha retroalimentado a su proyecto para órganos. «Un amigo me ha estado enseñando sobre melodías indias. Me explicó que cuando un solista carnático toca una melodía improvisada, comienza con una nota, seguida de una segunda y las toca durante tanto tiempo que al aparecer una tercera, se rompe una gran tensión. No se trata de ser meditabundo o relajante, sino que hay una verdadera sensación de emoción. Eso es lo que intento hacer con mi pieza de órgano. El órgano sirve como una tambura, el instrumento de zumbido de la música india, pero en oposición a la tambura, este cambia constantemente».
La partitura requiere que el organista toque siguiendo un cronómetro, tocando y soltando notas en momentos específicos. La notación de ocho horas de música requirió una forma poco ortodoxa de escribir música. Esto no es inusual en las composiciones de Greenwood, que a veces necesitan notación gráfica complicada para explicar la microtonalidad e improvisación que introduce en sus composiciones. Para una pieza que compuso en respuesta a Polymorphia, de su héroe Krzysztof Penderecki, puso una hoja de roble en un pentagrama y diagramó una parte de música usando las nervaduras de la hoja; otro ejemplo es la música que compuso en 2007 para There Will Be Blood, en la que compuso música levemente diferente para 20 violinistas en una orquesta. «Me encanta el hecho de que un violinista puede obtener miles de sonidos de una misma nota; todo está en cómo posicionan el dedo, como mueven el arco, como lo frasean. Multiplicas eso por dos, o por cinco y se convierte en algo exponencialmente complejo, incluso si estás tocando algo muy simple.
Con el primer encargo que recibí de la BBC Concert Orchestra, recuerdo recibir los nombres de los músicos y escribirlos arriba de mi escritorio. Eso me ayudó a personalizar las cosas. Pensé que ahora era una banda, no doce violinistas y violistas anónimos. Creo que eso me empujó a escribir para cada uno por separado».
Una conversación con Greenwood sobre música pasa rápida y desapercibidamente de género a género. Me explica como escucha obsesivamente cualquier lanzamiento de Bach nuevo en Apple Music; recuerda como, en sus años de preadolescencia, él y su hermano Colin molestaban a su hermana reproduciendo su copia de Germfree Adolescents de X-Ray Spex unas 20 veces al día; agrega que su primera experiencia con el jazz fue escuchar el segundo álbum de Courtney Pine a mediados de su adolescencia; me da clases sobre la genialidad de Matumbi, del pionero del reggae Dennis Bovell, y se lamenta que sus lanzamientos de los 80s con EMI no están disponibles para streaming.
Greenwood se considera increíblemente afortunado por haber recibido clases gratuitas de música de parte del consejo local de educación («recortado por todos lados, obviamente»), y se vale de su educación cada vez que puede. Pero, al mismo tiempo, odia cualquier intento de poner cualquier género sobre otro y es cuidadoso de que la educación «se asocie con falta de sinceridad o frialdad», o que la música no educada no sea vista como «auténtica». «Pienso mucho en ese álbum de Sex Pistols, Never Mind the Bollocks. El cuidado que tuvieron al grabarlo, la precisión de los arreglos. Chris Thomas (violinista con formación clásica que produjo el álbum) estaba obsesionado con colocar los micrófonos en el lugar correcto, grabar limpio y que la banda siempre tenga sus instrumentos bien afinados. Incluso algo que se supone es la materialización del rock and roll más crudo en realidad es algo increíblemente preciso».
El trabajo de Greenwood siempre parece inspirarse en la sensibilidad del post-punk que explota los errores e imprecisiones deliberados, algo que resuena con el lado experimental de la composición contemporánea. «Recuerdo tener clases de violín en la primaria en Abingdon, en la que uno de los profesores jóvenes comenzaba la clase pidiéndonos que hagamos un sonido de nuestro instrumento, ‘pero no uno que sea el que sepas hacer’. Esto puede haber confundido a varios chicos, pero funcionó conmigo. Recuerdo poner el arco bajo las cuerdas y tocar Sol y Mi juntas, y pensar que era sorprendente. Todavía hago tonterías con los instrumentos hoy en día».
En Radiohead, Greenwood creó una batería al estilo de Heath Robinson, con cartones de yogur, cajas y campanas; también cargó sonidos de ruido blanco en los hi-hats de kits electrónicos. Cuando interpreta «Everything In Its Right Place», samplea la voz de Thom en tiempo real y la manipula usando un Kaoss Pad. Para su banda sonora de The Power of The Dog de Jane Campion, usó un cello como banjo. Y en la sorprendente banda sonora de Spencer, se grabó tocando un clavicordio muy comprimido, por lo que en la grabación el ruido de ambiente es tan alto como las notas.
Sin embargo, Greenwood no es todo el tiempo avantgarde intencionalmente. Su banda sonora para Phantom Thread, nominada al Oscar, incluye algunos arreglos desavergonzadamente románticos para cuerdas y piano, que toman inspiración de las técnicas aprendidas del manual de Nelson Riddle para arreglos. Uno de ellos, el conmovedor «House of Woodcock», se ha convertido en un meme de TikTok e Instagram, y es usado para acompañar recuerdos nostálgicos o grabaciones de lugares lujosos. Greenwood suena sorprendido al escuchar esto. «Es muy gracioso! Lo escribí sin doble intención. No se supone sea un pastiche – esas cuerdas que se elevan son desvergonzadamente hermosas, y uno no puede evitar sentirse tocado por la música. Aunque incluso diciéndo esto me siento muy acartonado e inglés».
¿Qué otros planes hay? Greenwood planea revivir su sello discográfico Octatonic Records con un lanzamiento este año del celista Oliver Coates. Pronto comenzará un largo tour por Europa junto a The Smile. Y ya comenzó a trabajar en el próximo film de Paul Thomas Anderson – que se rumorea estará estelarizado por Leonardo DiCaprio, Sean Penn y Alana Haim; esta será su sexta colaboración, y también tiene planeado otro film con otro director. «Tengo mucha suerte de que Paul me deje ser y me de lugar para experimentar y componer», dice. «No es el caso usualmente en Hollywood, donde los compositores están bastante abajo en la cadena de producción, y a veces les dan solo unos días para componer un score completo».
¿Y qué hay de Radiohead? «Pueso, The Smile está de gira, Ed está grabando otro álbum solista, Colin está tocando con Nick Cave – acaban de agotar cinco noches en el Sydney State Theatre – por lo que estamos haciendo mucha música. Solo que no como Radiohead. Todavía hablamos todo el tiempo; simplemente necesitamos hacer planes y reservar un encuentro con antelación. Nunca he sido muy bueno para eso. Siempre estoy muy ocupado tonteando en este estudio»
Publicado por The Guardian, el 10 de Mayo de 2024