7 de julio de 2019

(c) Alex Lake

Texto original publicado en Sunday Times, 07.07.19
escrito por Jonathan Dean

Hace diecinueve años, Thom Yorke comenzó a bailar mucho. Su banda, Radiohead, había lanzado Kid A, un álbum electrónico, y el líder fue libre para moverse como marioneta aprendiendo a usar sus pies. «De repente no tenía una guitarra alrededor de mi cuello», comentó «y quería bailar como cuando era un niño». ¿En público? «estrictamente en privado».
Al llegar a la adultez, su confianza en si mismo creció y su baile en el escenario se convirtió en su seña particular en el escenario, y pavimentó el camino al corto que realizó con Paul Thomas Anderson – estrenado hace 10 días – en el que Yorke es arrastrado por un grupo de bailarines torpes y se desliza, mejilla a mejilla, con su novia italiana, la actriz Dajana Roncione. Sin embargo, todavía le resulta difícil verse.
«La mayoría del tiempo no quiero ver lo que hago», comenta. «Si lo hago, todo se va al diablo. A veces me considero, en todo aspecto, una persona que hace muchas cosas sin ser experto – esa persona que desde un rincón dice ‘yo puedo hacerlo!’ y después cuando se para, no puede. Esa es la historia de mi vida, en pocas palabras».

Radiohead ha vendido más de 30 millones de álbumes, con nada más que halagos de parte de los críticos. Han realizado al menos tres obras maestras. En su carrera solista, Yorke ha experimentado con sonidos erráticos y ha desarrollado su potencial en su nuevo álbum, Anima. Mi concierto favorito de Radiohead fue cuando tocaron en Reading en 2009. «¿Cuando comenzamos con ‘Creep’?» me pregunta, en medio de risas provocadas por el éxito que llegaron a odiar. «Creep» fue seguido por temas como «The National Anthem», de Kid A, y la multitud siguió cantando. Todo el show se sintió como una vuelta olímpica por haber vendido millones explorando sonidos más extravagantes.
«¡Esto los va a joder entonces!», dice al sonreír sobre la ironía de los estilos disímiles. Pero está orgulloso: «nunca decidimos conscientemente se así. Sucedió porque todos en la banda escuchamos cosas diferentes y nunca lo entendimos como un problema».

Sin embargo, Yorke todavía no se siente seguro y no es falsa modestia. Es una inseguridad genuina que permite desarrollar un gran arte pero que pocos otros íconos de la industria musical han logrado mantener. Ellos alardean, Yorke agacha la cabeza y quizá esta idea, un poco absurda, de que no ha logrado perfeccionarse en nada es lo que lo mantiene interesado de intentar cosas nuevas.
«¿Te gustó?» me pregunta sobre Anima. Si, es hermoso, intenso, quizá su disco más envolvente. «envolvente…está bien», me dice mientras asiente. «¿Y muy desenvuelto?» Así es. A excepción de una canción, es tan difícil de ignorar casi como sus shows en vivo de este siglo, que han evolucionado desde conciertos de rock a una especie de rave. Se ríe fuerte y resopla. «No, no es así» dice contundentemente. ¿Una rave educada? «Oh, vete al carajo».

Yorke puede ser iracundo, aun en el restaurant tranquilo de Oxford en el que nos encontramos, rodeado de jubilados. Jonny Greenwood, su compañero de banda me dijo una vez que enviarle sus ideas por email a su amigo no era igual a componer cara a cara porque no puedes escucharlo disentir. Sé lo que quiso decir, pero ¿quién quisiera que fuera de otra forma? En persona, como con su música, Yorke pasa de calmado a agitado en un segundo; tan inmiscuido en su arte que se ha convertido en el arte mismo.

Su voz es más profunda de lo que imaginé y se ve como alguien de 50 años, a pesar de vestirse más jóven, con una remera, pantalones sueltos y zapatillas un poco viejas y su cabello en una cola. No ha estado durmiendo bien y se mueve constantemente, ordena té de menta, dice que están pasando muchas cosas – y esto fue el día antes de que 18 horas de demos de OK Computer fueran robados, obligándolos a hacerlos públicos.

Nigel Godrich, productor de la mayoría de los álbumes de Yorke desde 1997 y parte de la formación en vivo actual, me dice al pasar que también pensó en los shows actuales como raves. Espera, no tuvo mucho apoyo cuando los definí así… «llamémosla simplemente música para bailar eufóricamente, entonces», dice con una sonrisa. Dulcemente, piensa que Yorke está disfrutando más lo que hace ahora que antes, como si hubiera salido de su burbuja. «Y, aunque mi rol tiene que ver con hacer funcionar las cosas y dar apoyo, también es mi amigo; si es feliz, también soy feliz».

Anima está lleno de electrónica, bajos y beats. La mejor es «Twist», que tiene una de las voces más agudas de Yorke hasta la fecha y finaliza con un descenso en una caverna emocionante de sonido. «Not the News» es un destacado con sintetizadores irregulares y «The Axe» es el el tipo de canción para bailar fervorosa que viene perfeccionando hace años. Su voz está al frente y si todavía sigues a Radiohead después de haber abandonado las guitarras, este álbum es para vos. Si no te gusta nada de lo que han hecho desde The Bends, entonces lo nuevo de Keane es más apropiado.

Le pregunté por qué lo llamó Anima, y se burló diciendo que suena como «enema». «No habíamos pensado en eso», se ríe; Las definiciones en linea incluyen «parte femenina de la personalidad masculina».
«Me interesó mucho la idea de la identidad inconsciente dentro de la idea del sueño … algo de Jung. Pero creo que significa «alma» en italiano y posiblemente haya escuchado la palabra en Italia y le pregunté a Dajana qué significaba. Me hace pensar en muchas cosas, como por ejemplo en nuestras identidades en la red – esa entidad ficticia detrás de la que nos escondemos. Jaron Lanier (un comentarista de la tecnología) dice que hemos comenzado a copiar nuestras identidades en la red pero como esa identidad en linea es bidimensional y nosotros somos tridimensionales, mientras más validamos esa versión, más ansiedad sentimos y de eso se trata el álbum».

Hablamos de política pero te podés dar una idea al leer su muro en Twitter: activista del cambio climático y a favor de Europa. Aunque se mencionan Kensington y Chelsea en «Traffic» y me cuenta el desagrado que sintió al ver una Ferrari estacionada en Sloane Street llena de tickets de estacionamiento y adentro un chofer al que no le importaba nada, las letras son poco específicas. Los últimos años fueron problemáticos personalmente, pero como es común con él, sus palabras e imágenes son difíciles de interpretar. «Un adivino con plumas de aves de mar» es una línea genial pero suena más a pintura que a un fragmento de una letra que eligirías para un tatuaje.
Aun así, las letras son analizadas profundamente por los fans. ¿Alguna vez sintió curiosidad de ver las interpretaciones de otros? «No», dice con una expresión de molestia clara. «Es como si la gente pisara tu tumba. No hay forma de saber cómo llegué a ese punto, por lo que me enfurece que la gente haga eso; mi trabajo no es autobiográfico. Me resulta insultante. Soy una persona creativa, así que se trata de más que eso. ¿Soy tan triste que ventilo todos mis problemas así? Quizá otros lo hagan, yo no. Mis letras son espasmódicas y me encantaría poder contar historias, pero no sé cómo. Por eso termino usando lo que sé como usar, que tiene más que ver con imágenes y el lado más visual».

En este punto, decido no preguntar si «Twist» es una canción de amor. En vez de eso, menciono una interpretación de Kid A como un álbum conceptual sobre el primer clon humano, que termina con ese clon yendo al cielo. Se ríe. Por suerte. «Pues, eso está bien», dice. «Eso lo pueden hacer».

Yorke nació en 1968. Su familia pasó diez años de ciudad en ciudad hasta asentarse en Oxfordshire, donde asistió a Abingdon School y conoció a los cuatro hombres con quienes formaría Radiohead. Siempre estuvieron por fuera: muy cerebrales para la era del britpop en la que surgieron; tan en contra de la industria que lanzaron un film al final de la gira de OK Computer llamado Meeting People is Easy en el que reflejan lo mucho que odiaban salir de gira. Posteriormente, como los punks en el mainstream, organizaron su propio festival sin los sponsors habituales y permitieron a su sello discográfico que comparta su música gratuitamente.
Es justo decir que han hecho las cosas a su manera. Yorke, sin embargo, a veces lo encontró difícil. Meeting People is Easy es difícil de ver y ha mencionado la depresión anteriormente. Siempre me pareció extraño que la gente que pasa su vida negando cosas se riera de asociar términos como «suicida» a una banda que tiene como frase final «sumerge tu alma en amor» en una de sus canciones más famosas, «Street Spirit (fade out)», pero esa ha sido la actitud frente a la salud mental. En 1995, no mucho después de la muerte de Kurt Cobain, Melody Maker publicó una cubierta con el texto «¿es este el próximo mártir del rock?» junto a una foto de Yorke.
«Eso fue hace tiempo» dice con desagrado, pero la el tema ha evolucionado y asiente cuando le digo que una cubierta tan estigmatizante no podría ser publicada hoy, debido a la consciencia actual.
«Si, es algo bueno que se hable más sobre depresión y ansiedad», dice, «pero también están aumentando. No son marginales actualmente porque, hasta donde entiendo, la mayoría de la gente – como por ejemplo el lector promedio del Sunday Times – sufre más inseguridad laboral que en el pasado. Menos seguridad sobre lo que podría pasar en el futuro cercano. Mucha más desconfianza en las instituciones que deberían protegerlo y problemas más amplios también, como el calentamiento global. Todo esto genera ansiedad y es muy loco que no se reconozca.
Sin embargo, encontré una frase de un cineasta … ‘sabes que la sociedad está en problemas cuando rechaza la tristeza en el arte o la música’ … eso significa que prefieres no ver lo que sucede. Se escapa. Por eso es que mientras más atemorizada esté la gente de expresar lo que pasa musicalmente, o en libros o películas, peor estaremos».

Lo que es claro es que los fans encuentran consuelo en la música de Yorke. En una carta de 1996, escribió «el sentimiento más feo es no pensar que cualquier otra persona se sienta igual… espero que estés bien hoy». Esa especie de interacción ha sido constante, entonces ¿le parece que su música hace feliz a la gente en lugar de triste? «Ese es otro debate», dice asintiendo. «Hay una melancolía en mi voz y en algunos de los sonidos que usamos y eso hace que cierta gente nos escuche de cierta manera. Pero no me molesta. Nunca sentí eso».

¿Qué hace Yorke para reducir la ansiedad? «¿Yo?» me pregunta sorprendido, como si nadie nunca le preguntara. «Generalmente cosas muy simples. Correr ayuda, y el yoga es fundamental para mi. Nadar. Las actividad física es importante. ¡Y leer!». Se ríe y yo pienso en «Fitter Happier» de OK Computer. «Me resulta difícil si no puedo componer música». Greenwood me dijo que Yorke «devora» música. «Es una parte esencial de mí. Necesito encontrar cosas nuevas para escuchar todo el tiempo».

Hablando de eso, Yorke me comentó recientemente que asistió a un show de la estrella pop del momento, Billie Eilish. «Fue un buen momento», me dice moviéndo la cabeza. «Nos sentamos y .. cómo se llama… el tipo que hizo la película de Bond que no hicimos nosotros?» .. sería Sam Smith, que cantó la canción de Spectre cuando rechazaron la enviada por Radiohead. «Ese. Se paró detrás nuestro, yo estaba con mi hija, sus amigos y mi novia, y de repente todo el mundo comienza a gritar ‘Saaaam'», con una voz chillona al mencionar su nombre. «Me fastidió un poco». Pero ¿te gustó el show? «si, me gusta Billie Eilish. Hace algo original. Nadie le dice qué hacer».

En su tiempo libre, Yorke disfruta de jugar con sus mensajes de voz, pasándolos de masculino a femenino. «Puedo pasar días haciendo eso», radiante, hablando sobre unidades modulares, timbres de voz, cómo construyó un coro usando su voz basado en una idea de Greenwood que tenía que ver con «cambios microtonales y blah blah blah». Últimamente ha estado escuchando la discografía de Oskar Sala, quién creó efectos de sonido para The Birds. Encontró su música en un sitio de música en linea, pero se lo ve molesto cuando le pregunto si usa algoritmos para obtener sugerencias de música. «No», se ríe, «si te gusta esto, te gustará esto y resulta que me reproduce … Muse».

Esta obsesión con la música, la poco convencional que le muestra a los oyentes más impacientes, ha sido su legado por casi 30 años. No le pregunté cuando volverá Radiohead, porque probablemente no sabe, pero me pregunto qué le queda lograr con su banda. «No tengo idea», dice levantando los brazos y encogiéndose de hombros. «No pienso en eso. No tiene sentido. No nos ponemos objetivos». Con o sin la banda, simplemente necesita continuar creando por su bienestar mental. Sufre mucho cuando la música no viene a él y cuando se sienta frente a un instrumento y no pasa nada.
«¿Cuando realmente quieres escribir sobre cómo te sientes pero no pasa nada? Eso es horrible», dice, y se lo ve realmente asustado de esa oscuridad. En esos momentos se siente muy alejado de la luz.

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