Es probable que, a partir de ahora, nada vuelva a ser lo mismo: el disco más esperado del año vio la luz a través de Internet, en formato virtual, sin tapa y al precio que cada comprador quiera pagar. Radiohead impone su ritmo con In Rainbows, un álbum que, además de sacudir los hábitos de consumo, aparece como uno delos mejores trabajos en la carrera del grupo.
Algo raro se traían entre manos. Pero probablemente pocos esperaban esto. ¿Qué pasó?. Radiohead, por estos días sin ningún contrato de por medio, decidió sacar su nuevo disco, In Rainbows, por su propia cuenta, vía Internet, sin ponerle un precio fijo y bajo una forma totalmente desmaterializada. ¿Se trata de una manera de mandar al diablo a toda la industria discográfica o de un intento de sacar a la luz los peligrosos giros que está tomando el futuro de la música?. Cualquiera sea la respuesta, está claro que Thom Yorke y los suyos ya le sacaron ventaja al resto: marcaron todo un precedente y, de esta manera, establecieron el tono y el ritmo a seguir de ahora en adelante. En pocas palabras: el grupo acaba de revolucionar una industria que se pasó los últimos años haciendo reclamos en vez de intentar responder a los desafíos lanzados por Internet, de las nuevas formas de promoción a la creciente desmaterialización. Así, en un abrir y cerrar de ojos, el quinteto de Oxford plantea la posibilidad de encontrar otros medios de difusión musical y de dejar de lado los lamentos. El grupo, sin embargo, no reivindica esa idea de «revolucionar la industria». De hecho, en una rara entrevista que circula por la web, el guitarrista Jonny Greenwood explicó: «es una forma de experimentar las cosas por nosotros mismos. La gente exagera cuando dice que fue en contra de la industria o que lo hicimos para intentar cambiar las cosas; es o no fue lo que realmente nos motivó. Simplemente tratamos de hacer lo mejor para nosotros. La verdad es que solo queríamos salir del aburrimiento y sacar el disco lo más pronto posible».
Al menos pudieron darse ese gusto: es bastante probable que, dado el alboroto que originó el anuncio de la salida de su nuevo disco, la banda no vaya a aburrirse en los próximos meses. ¿Alboroto?. Más bien un silencio mortal de parte de las multinacionales: ninguna compañía ha hecho comentarios sobre la iniciativa de la banda. Lo que sí hay es un enorme ruido mediático. ¿Se trata de una estrategia de marketing? ¿Es el final de las discográficas? ¿Cómo soportará la industria este golpe, como enfrentará semejante desafío. Estas preguntas, por supuesto, no tienen en cuenta el hecho de que Radiohead es uno de los pocos grupos que puede darse el lujo de arremeter con semejante iniciativa. En la misma línea, tal vez, podría pensarse en Daft Punk, Blur o Björk. Pero no son muchos los artistas que pueden permitirse apostar por una red de fans cuya fidelidad podría asegurar el éxito de un disco que no se encuentre en las tiendas y que, por lo tanto, no beneficie a los circuitos clásicos de promoción y distribución. Lo de Radiohead resulta todavía más llamativo porque el paisaje musical está cada vez más saturado de lanzamientos: nada detiene la multiplicación de discos y de canciones, ya sea para comprar, descargar, copiar, coleccionar y guardar en los estantes o en los discos duros. Esta claro que, ante esta variedad abundante y abrumadora, es difícil que una banda que no tiene la reputación y la cantidad de fans de Radiohead pueda hacerse de un nombre sacando discos únicamente por Internet, sin un verdadero sostén logístico.
Vale decir que el grupo de Thom Yorke no fue el primero en encarar esta modalidad de trabajo – otros se valieron de redes como las de MySpace para darse a conocer , pero si es el único que, al menos hasta el momento, parece despertar tanta atención. Se sabe que, más allá de algunos casos puntuales, los sitios de Internet rebosan de discos de grupos desconocidos (o poco conocidos) para bajar gratuita y legalmente. Pero ninguno puede alcanzar las enormes cifras de venta de Radiohead: en tan solo una semana, y bajo un curioso modo de venta – cada comprador elige cuánto está dispuesto a pagar – In Rainbows recaudó nada menos que diez millones de dólares. El mes pasado, sin ir más lejos, el grupo francés M83 inauguró una nueva división de EMI (vaya coincidencia: el antiguo refugio de los de Oxford) especializada en descargas de archivos, con un nuevo disco, Digital Shades, listo para bajar entero de Internet. ¿Quién se enteró además del pequeño número de seguidores del grupo? Y los ingleses de The Charlatans también acaban de hacer una movida similar: sacaron un disco basado enteramente en la venta de entradas y en el merchandising.
Thom Yorke, por su parte, ya había adelantado algo en una entrevista concedida a mediados del año pasado, a pocos días de la edición de The Eraser, su debut en solitario: «Mis relaciones con la industria del disco siempre fueron difíciles. Los nuevos dirigentes de EMI no me impresionaron cuando los conocí. No hay razones para volver a firmar con ellos en el futuro, no hay por qué venderse a una discográfica. Nosotros mismos vamos a producir y a distribuir nuestro discos. En una época, perdimos el control del grupo, pero ahora está fuera de discusión que eso vuelva a pasar. De todas maneras, no sé exactamente hacia dónde va Radiohead. Lo que me gustaría es poder avanzar liberándonos lo máximo posible de toda carga».
La idea de Radiohead es proponer su nuevo disco en dos tiempos, incluso tres. Primero podrá bajarse por Internet y luego, justo para Navidad, saldrá una edición para fetichistas, incluyendo temas inéditos y su versión en vinilo. Después, eventualmente, se editará de manera «normal», en el transcurso de 2008. Lo más interesante de la primera aparición de In Rainbows es, como se mencionó antes, su precio: el grupo decidió dejarle a su público la responsabilidad de elegir el precio que desea pagar para bajarlo (la casilla muestra un signo de interrogación que, al cliquearlo, dice «Lo Que Quieras»). Un precio que podría ser nulo y que haría realidad la idea de que la música es «gratuita» (o, en todo caso, percibida como tal por la mayoría del público). El precio promedio pagado por los compradores virtuales fue cercano a los $30 (seis euros). Nada mal si se tiene en cuenta que casi un millón y medio de compradores hicieron legalmente l trámite. Jonny Greenwood: «es interesante hacer reflexionar a las personas acerca de lo que vale la música: es como pedirles que la comparen con el costo de otras cosas que valoran».
Entre tanta agitación, provocada por la salida de este disco, sin embargo, muchos se olvidaron de preocuparse por lo esencial: la música. Porque, sea cual sea la manera en que salga, un nuevo disco de Radiohead siempre es importante desde el punto de vista estético y artístico. In Rainbows es, además, uno de los discos más esperados del año. La banda, de hecho, nunca había dejado pasar tanto tiempo entre sus discos: tardó nada menos que cuatro años en encontrarle un sucesor a Hail To The Thief (03), su anterior trabajo de estudio, un disco condimentado con muchos elementos políticos contra Bush y la política estadounidense. La espera puede comparase quizás al lapso entre OK Computer (97) y Kid A (00). En esa época, vale recordar, el grupo se tomó su tiempo y trabajó mucho en el estudio para intentar renovar su inspiración, encontrar sonidos nuevos y componer de otra forma. Pero nunca se dejaron atrapar por el autismo. Colin Greenwood, bajista de la banda, declaraba por entonces: «No queremos que nuestra música suene como la obra de cinco tipos encerrados en su pequeño mundo. Me parece que en la actualidad hay un proceso muy deprimente de aislamiento, de fragmentación de los afectos, de ruptura entre los artistas y el público. No pretendo que seamos los únicos que sabemos instaurar una forma de diálogo y de comunicación con nuestro público, pero al menos tratamos de transmitir lo mejor posible el fruto de nuestras experiencias». Esa es la misma impresión que da In Rainbows. Las canciones, sin embargo, fueron escritas hace bastante tiempo (algunas, incluso, ya eran conocidos por los seguidores más asiduos, aunque en versiones en vivo que no tienen mucho que ver con la voluptuosidad que les da el disco). Tampoco hay que dejarse engañar por lo que suena al principio. Es que, después de la apariencia falsamente excitada que proponen los dos temas inaugurales – entre el ritmo acelerado de «15 Step» y las guitarras incendiarias de «Bodysnatchers» -, el resto del disco es de una suavidad notable, testimoniada por momentos de calma, repletos de reverberaciones envolventes. Basta chequear, si no, canciones como «Weird Fishes», «All I Need», «House of Cards» y «Videotape». Hay que decirlo sin vueltas: In Rainbows incluye algunos de los temas más bellos escritos por Thom Yorke, cada vez mejor entrenado en eso de asociar los textos crípticos (algo que ya provocó la aparición de algunos «decodificadores» en los foros de la banda) con las descripciones de la cotidianeidad. Descripciones frontales y directas, relatadas con cuidado, de una cotidianeidad que aparece extremadamente frágil a través de los ojos de Thom Yorke: In Rainbows parece conducido por una visión desilusionada de la sociedad contemporánea, pero también por un fuerte deseo de cambiar el mundo y de no dejarse atrofiar. Algunos – los más negativos, los que nunca comprendieron al grupo – dirán que Radiohead es solo una banda para adolescentes y estudiantes. Los otros, por el contrario, comprenderán que se trata de un grupo que incentiva a todo el mundo, tanto a su público como al resto de las bandas, a ir hacia lo más alto. La idea de sacar un disco sin tapa también significa una revolución cultural: las tapas que se conoce de In Rainbows no son otras que las que los fans crearon y usaron para inundar los blogs. Así, más que un taller de trabajos prácticos que determinará cuál es la tapa mas adecuada, Radiohead parece haber logrado algo que hasta la fecha parecía imposible: ahora, en estos tiempos en que la gente descarga y acumula temas que nunca son escuchados por falta de tiempo, el grupo le otorga a su público un papel activo y hace que la salida del disco vuelva a ser un momento emocionante.
Texto original por Joseph Ghosn. Publicado por Inrockuptibles Argentina, Noviembre 2007.
Radio gaga
Todo comenzó a fines de los años ochenta: Thom Yorke y sus amigos del exclusivo colegio secundario de Abingdon, cerca de Oxford, decidieron cambiar el nombre de su grupo, On A Friday. Entonces, impregnados de palabras y sensaciones, los muchachos se pusieron a buscar una alternativa en sus discotecas. La solución llegaría, finalmente, gracias a un disco de los Talking Heads, True Stories, en el que se incluye esta canción: Radio Head. Lo que el grupo aún no sabía – ocupado en imitar lo peor y denigrar lo mejor de las influencias – era que, algunos años más tarde, adoptaría la misma filosofía de esa canción: descubrir el sonido de un nuevo mundo.
Desde los gloriosos años setenta de David Bowie, es raro encontrar a un grupo o solista de rock capaz de reinventarse con ese apetito y esa agitación. Así, entre el debut reglamentarios – Pablo Honey (93) – y las aventuras más voladas – Kid A (00) o Amnesiac (01) -, Radiohead marcó el pulso del cambio de siglo. Motivado por la impaciencia, la curiosidad y el riesgo, el grupo inglés conoció un crecimiento vertiginoso y, en apenas siete años, logró pasar del arcón en el que se conservan los hacedores del one hit wonder – todo gracias a ese éxito anunciado que fue «Creep» – al fascinante y complejo laboratorio en el que, una vez más como Bowie, las vanguardias enriquecen naturalmente la música popular. Thom Yorke ha sido descrito con frecuencia por los otros miembros del grupo como la fuerza motriz de esta sorprendente transformación. Así, el cantante no sólo impulsó a su banda a tomar nuevos rumbos, sino también a todo un sector del rock que ha seguido ansiosamente esta pendiente. Una evolución acelerada, un avance espectacular en una terra incógnita que nunca parece agotarse. En una de las últimas entrevistas que concedieron, a razón de la salida de Hail To The Thief (03), el guitarrista Jonny Greenwood revelaba uno de los secretos que mantienen unida a esta enorme maquinaria: «No tenemos más aspiraciones que encontrarnos para tocar y componer juntos. Somos amigos desde que éramos adolescentes, y por eso, cada día estamos más cerca unos de otros. Existe un estímulo constante entre nosotros: nos prestamos libros, discos, vamos al cine, cosas que suelen hacer los amigos… Puede sonar ridículo, pero compartimos todo».
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